"If you give a little love you can get a little love of your own."
Querido Septiembre, al fin has traído lo que más echaba de menos. El cobre sobrevuela con elegancia hasta caer sobre el suelo. Y el azufre, el fuego, las canas del pasado. Hay que dejar paso a lo nuevo, nuevas metas, nuevas ilusiones, nuevos sueños, nuevas batallas.
Querido Septiembre, no llores aún, por favor. ¿No ves que
aún seguimos con arena en los zapatos? El sol tatuado en la piel, el eco de las
olas, la sonrisa por bandera. Un poquito de por favor, ¿no crees?
Ahora que parece acercarse el mal tiempo, o al menos algo
peor, me pregunto qué será de todas esas personas que día tras
día me cruzo pidiendo limosna. Cada vez son más. En trayectos de apenas diez minutos me llego a cruzar con al menos cinco.
Y una vez en el metro al menos otros tres: el que no tiene dedo, el que
se quemó en nosedónde, el que tiene una enfermedad que él mismo define como “rarísima”,
el que te alerta de que en Texas se está propagando el cáncer de forma
consciente...
De todos los colores, razas y religiones.
Todos con hijos.
Todos
con una sonrisa por bandera. Pero esta, es otra sonrisa.
El vagón baja la mirada, queriendo evitar cruzar sus ojos
con los de ellos, tapando la vergüenza de pensar que hoy comeremos y dormiremos
bajo techo, y ellos tal vez no.
“Y fue en aquella ocasión en la que empecé a pensar en Thomas Jefferson escribiendo la Declaración de la Independencia, diciendo que todos tenemos derecho a vivir, a ser libres y a buscar la felicidad.
Y pensé en cómo supo poner la palabra "buscar" ahí en medio, como si nadie realmente pudiera alcanzar la felicidad. Sólo podemos buscarla…” ( En busca de la felicidad)
Anochece en Madrid. Desde hace unos días la luna se ha
quedado sola presidiendo la oscuridad de la noche. A medida que la semana
avanza ésta se va haciendo más visible, luminosa. Anoche, sencillamente era
fantástica.
Los alrededores de Gran Vía van “empijamándose”. Un grupo de
jóvenes grita alegremente por las calles, cerveza en mano, con destino a
cualquier sitio donde poder pasar un buen rato. Madrid no duerme, dicen.
Dicen, y digo.
Camino del templo de Debod me encuentro con una chica, una de
esas desconocidas a las que preguntas algo y de pronto os hacéis amigas
mientras vais en la misma dirección. Y descubro que aunque aún me queda noche
por delante, para otros ya ha terminado.
Las calles sí duermen, y los bancos se convierten en camas,
el cielo en techo, la brisa nocturna libera del sofocante calor del día, y unos
cuantos cartones sirven para acomodar mejor el asiento. Qué lástima, pienso
mientras contemplo a las personas que tratan de descansar sobre los bancos. Y
de la boca de la chica salen las mismas palabras.
“Todo el mundo merece que le pase
algo bueno en la vida, por lo menos una vez”. (Morris Glietzman - Una vez)