domingo, 24 de mayo de 2015

Se nos rompió la noche.

Si no se hubiera roto la noche, si no se hubiera muerto al alba, te aseguro que las cosas que te habría dicho y no te dije me habrían dado alas como las de un águila para volar a ras del mar.

Si no se hubiera roto la noche. Si no hubiera muerto en el último aliento que exhalaste antes de despedirte sin acierto, sin gracia y sin sentido, como si de un segundo a esta parte fuéramos dos desconocidos. Si no se hubiera roto... Tanto o más habría sido diferente.
 
"Una mariposa bate sus alas, y empieza a llover. Es un pensamiento aterrador, pero es también maravilloso. " (Ted Mosby- CCAVM)
 
Y ahora caminas, das bandazos, no sabes muy bien dónde vas, qué te golpea o hacia dónde remas. No te culpo, créeme que no. Tampoco es un "te lo dije" pues sabes que nunca te guardé rencor por nada. Óyeme bien, por nada. Simplemente decidí dejar de ser aquello que por un motivo  u otro siempre pensé que debía ser, esa boya amarilla que sirve de refugio al nadador cansado en alta mar.
Dejé de buscarte para que descansaras tus quebraderos de cabeza en mí, dejé de hacerlo.
 
No era cuestión de rendirse o no, era cuestión  de aceptar que hay cosas que no podemos cambiar por mucho que queramos, que escapan a nuestro control. Debí haberlo comprendido aquella noche, la noche que se nos quebró esta línea, que dejé de escribir una historia que tanto tú como yo habíamos vivido en tiempos distintos. Y sin embargo, no lo hice. Me pudo el orgullo y la insensatez de pensar que aquello no era más que un descosido.
 
Se nos rompió la noche. Se desgarró de un tirón. Y entre los primeros rayos de sol y el piar de los pájaros se escaparon nuestras palabras. Las busqué durante algún tiempo, tratando de dar sentido a aquella línea que quebró sin llegar a poner punto y final.
 
Y es que a veces, pero solo a veces, no hay punto final. Las líneas se rompen, los renglones se tuercen, y hay más borrones de los que pensábamos. A veces necesitamos más palabras, a veces con dos es suficiente. Pero cuando han de llegar, llegan. Lo supe de pronto, la noche que no murió al alba, y que sin orden ni concierto, dio paso a un nuevo día.
 
 

martes, 5 de mayo de 2015

En los talones

Mayo es un mes bonito, un mes importante. Mayo es la antesala de las vacaciones, los primeros rayos de sol, el césped verde y  recién cortado, las tardes con más luz, y las mejores noches del año.
 
Mayo es blanco, como los trajes que tantas y tantas niñas visten estos días cuando avanzan por el pasillo para recibir la que será su primera Comunión.
 
Mayo es vértigo, sabe a las lágrimas de emoción tras las graduaciones de colegio y universidad, huele a decenas de rosas rojas, y se siente como la arena bajo los pies. Mayo es calor,  y la ventisca de abril que se ha encariñado de Madrid. Mayo es un estornudo, y otro, y otro. Y ¡vaya, creo que he tragado polen! mientras vemos como  flota en  el aire hasta caer formando un manto de algodón en las esquinas de la universidad. 
 
Mayo es ilusión, esperanza, deseo. Mayo tiene la mirada expectante de un niño que almacena todos sus sueños esperando el instante perfecto para soltarlos al vuelo y que ondeen libres como si fueran cometas cuyo hilo sólo mueve él.
 
 

Mayo es vértigo, sin duda. Es mirar al precipicio y disponerte a saltar sin saber que va a pasar pero sabiendo que ese salto cada vez se aproxima más. Mayo es tensión, y calma. Son los altibajos que trae el camino, las noches de estudio y las noches de fiesta, el 4 y el 10, rabia y satisfacción. Mayo es el sprint final con el que redondear el curso, la oportunidad de terminarlo bien, y el curso que viene más y mejor. Pero eso, el curso que viene....
 
Para algunos mayo es conseguir al fin el tan ansiado título universitario, decir adiós al colegio que te vio crecer, o comenzar tus primeras prácticas con la ilusión del primer día. Mayo es inicio y fin de muchas cosas, agridulce, pero bonito. Inmensamente bonito.

Mayo son las romerías a la Virgen con amigos y familia, las cañitas en una terraza hasta altas horas de la noche y el olvido del reloj, el móvil, y el mero girar de este mundo. Mayo son los últimos partidos de liga, los bares abarrotados, el corazón en un puño, y los himnos a flor de piel.

Mayo lo es, de verdad que lo es: bonito, blanco y lleno de luz. Es un regalo a mitad de trayecto, el momento de respirar y tomar consciencia de dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos.
 
 
Bienvenido mayo, cólmanos de ilusiones, dános alas, porque un día...¡volaremos!