sábado, 27 de junio de 2015

El día que vivimos

El día que vivimos, no sé bien si es hoy o es ayer. Pasado y presente en un mismo verbo. Un conjunto de piezas que aparecieron desperdigadas en el tiempo y el espacio y que sé que de alguna manera deben encajar, han de hacerlo. No sé si será de la manera que yo quiero, de la que quieres tú, o si ambos queremos lo mismo. Por no saber, creo que ni tú ni yo sabemos cómo montar este puzzle, cómo jugar nuestras cartas, cómo ganar esta guerra. No la próxima batalla, la guerra.

Vivimos. Tal vez fue ayer, pero también se que es hoy, y puesto que hoy lo hacemos e ignoro si mañana tendré este regalo en mis manos, no quiero pasar en balde este tiempo. No quiero caminar con indiferencia entre los que me rodean, ni pararme a observar la vida como si la cosa no fuera conmigo. Porque va conmigo, contigo, y con todos. Eso lo tengo claro. Pues sé, que si te has cruzado en mi camino, aunque no sepa bien para qué, aunque tú no lo sepas tampoco, sabemos que es para bien.

El mundo no se ha detenido, aunque por un instante lo pensé, aunque por una centésima de segundo tuve la sensación de que tan sólo tú y yo estábamos sentados ante aquella mesa, aunque escuché el silencio entre la suave melodía de viento y madera que ambientaba el local. 

¿No tienes la sensación de que estamos aquí para mucho más que simplemente "estar"? ¿No crees que nos estamos acostumbrando a la inmediatez? ¿A aprender inglés en 10 días y a adelgazar 10 kilos en 15? ¿No crees que nos estamos dejando arrastrar, que vamos de alternativos cuando no somos más que otra oveja del mismo rebaño?

¿No crees que a veces pedimos demasiado de los demás y nada de nosotros mismos? ¿No crees que el momento que estabas esperando es hoy y ahora? ¿Qué la persona que ha de llevar ese cambio a cabo tal vez seas tú mismo? ¿No crees que llevamos ya demasiado tiempo pasándole la pelota al compañero?



 
El día que vivimos, no sé bien si es hoy o si fue ayer, "si ya fue, o será, o está empezando", pero no lo quiero soltar, no lo quiero perder, quiero ver cómo ocurre, cómo encaja una pieza con otra, cómo construimos algo que merezca la pena, cómo vivimos con plenitud. ¿Quieres tú?

jueves, 11 de junio de 2015

Quisiera saber

Quisiera saber, quién puso aquel brillo en tu mirada, quién ocultó bajo esos ojos tanta bondad, quién te hizo de alma tan fina y fue capaz de unir todos los puntos para trazar en tu rostro una sonrisa así.

Quisiera saber, de quién aprendiste a vivir volando, y a volar viviendo. En qué momentos del día mirabas hacia arriba para sentirte pequeño, y al suelo para observar bien el rastro que dejaban tus pasos.




Quisiera saber quién te enseñó a ver, cuándo decidiste que yo merecía la pena, y si tuviste miedo en algún momento del camino.

Cuéntame cuántos son los momentos del día en que te armas de fuerza y paciencia, y si tardaste mucho en dominar ese fuerte carácter que dejas entrever en los momentos más decisivos.

Quisiera saber si has caído, en picado, ignorando si ya habías tocado fondo o si aún te quedaba un descenso más. Quisiera saber qué hiciste con esa incertidumbre y esa impotencia de no saber qué más hacer. Pero sobretodo, quisiera saber cómo volviste arriba, si realmente bastó mirar al Cielo, como siempre me has dicho.

Muéstrame tus manos, quiero ver las líneas que se dibujan cuando las extiendes con fuerza, quiero ver las huellas del esfuerzo: de tu vida, una vida bien vivida. Quiero ver el corazón de tu pincel, aquél que dio color a tantas escayolas, que contó historias sobre tantos lienzos desnudos.


Cuéntame, háblame de los años perdidos, de los sueños que rondaron tu cabeza, de cuál fue el más grande, y de cómo lo lograste. Y quisiera saber también, si has dejado algo por hacer... 
Enséñame a escuchar, a ver, a sentir, oler, tocar, y saborear. Enséñame los cinco sentidos, tus cinco virtudes, cinco de tantas.

Explícame, como lograste de hacer de tus pensamientos, actos. Y de tus actos, un modo de vida, fantástico y arrollador. Ecos de lo que fuiste, paradigma de lo que podemos ser. Porque hoy, quiero ser.

Cuál es el secreto, ¡cuéntame! Háblame de aquellos días, esos que para mí hoy no tienen nombre ni mes, no tienen más historia que un final que ví pasar ante mis ojos más antes que después. Antes, tal vez, demasiado antes. 


Esos ecos de los que te hablo, lo que fuiste y eres hoy, la paz que trae la luz de la luna sobre el mar, la melodía de una risa clara y serena, y una mirada. Ésa mirada. Queda camino por recorrer, si es largo o corto no lo sé, yo tan sólo quisiera saber quién puso aquel brillo en tu mirada, quién ocultó bajo esos ojos tanta bondad, quién te hizo de alma tan fina y fue capaz de unir todos los puntos para trazar en tu rostro una sonrisa así...






viernes, 5 de junio de 2015

La nube

Lleva ahí un tiempo, qué queréis que os diga. No sé muy bien cómo apartarla, he probado esto y aquello, ya sabéis, pero el resultado sigue siendo el mismo, e incluso pienso que me mira burlona y me reta una y otra vez para que la aparte del camino.


El tiempo pasa. Y aunque a veces se me antoja despacio, cuando vuelvo la vista atrás veo como los árboles han mudado sus hojas y el viento no ha hecho sino volar la misma vida sin que esta nube se aparte y me permita avanzar. El tiempo pasa, y no hay nada que yo pueda hacer.



A veces es gris, hay noches que incluso parece negra y se confunde en la oscuridad, en que se escurre como un trapo después de limpiar y deja caer lágrimas oscuras que no hacen sino teñirlo todo de un color aún más cenizo. 

A veces se aclara un poco, se vuelve blanca y hasta me llega a parecer bonita, romántica, esperanzada y llena de ilusión, ¡qué se yo! 


A veces me da por soñar.  




A veces imagino que está cubierta de algodón, y que dentro hay todo un sistema de engranajes dispuesto a ponerse en marcha en el momento oportuno y hacer que todo marche. A veces fantaseo con ese "todo" que algún día debe empezar, y culpo de su tardanza a esta nube que no tiene la deferencia de despedirse. 

Y es que ese "todo" es fantástico, es absolutamente fantástico. En él no hay grandes hazañas, ni héroes de aventuras. No está George Clooney la verdad, y Ryan Gosling tampoco se sube a una noria para jurarte amor eterno. No hay viajes caros, ni lugares exóticos, ni excusas vagas con las que huir. Tampoco toca la lotería, ni se descubre una tía millonaria que te deja herencia y media. En ese "todo" no hay tópicos sino verdades, hay palabras bonitas y sinceras. Hay personas, muchas personas, y ninguna de ellas es perfecta. La imperfección impera en ese "todo", pues es el único modo de amar, y ya me explicaréis qué valor tiene amar la perfección. Admito que es un lema muy usado en mi familia, y que con el paso del tiempo he llegado a comprender un poquito más, aunque aún se me escapa. El lema es el siguiente: busca la imperfección.


Ese "todo" está lleno de silencios también, pues cuando la ausencia de palabras no es incómoda no hay nada que se le iguale. Las sonrisas también tienen su hueco, pero no las prefabricadas, ésas fueron desterradas en el mismo instante en que comenzó la moda de fingir felicidad. Y es que, del mismo modo que tenemos derecho a la imperfección, también tenemos derecho a ser felices, e infelices, alegres o tristes. No somos máquinas, así que es obvio que no podemos mecanizar algo tan elevado como puede ser la felicidad. ¿Sería mucho pedir, por favor,  que dejáramos de una vez por todas la "moda smile" atrás? En ese "todo"  empezamos de cero, tú y yo, desde nuestra misma esencia y dispuestos a trabajar en ser nuestra mejor versión, sin empeñarnos en ser como la vecina del quinto que crees que es perfecta. Sé tu mejor versión, porque no hay cosa que se te pueda dar mejor que ser tú mismo, sin sonrisitas absurdas ni chorradas, ¿estamos?







La veleta da un giro brusco, y miro de nuevo hacia arriba buscando la nube con la esperanza de que se haya esfumado, de que me deje ver lo que hay tras ella y comience a hacer girar cada uno de sus mecanismos para realizar mi "todo", éste que os he introducido un poco. 



Pero entonces me detengo, y miro a mi alrededor. Hay personas, muchas personas, y lo más importante: son valiosas. Las sonrisas también son una constante, y las rabietas y las lágrimas, ¡¡afortunadamente me rodean personas de carne y hueso que sienten y viven su vida!! No hay grandes hazañas, pero hay detalles, muchísimos detalles, y eso es lo que hace que cuente, que valga la pena. Hay palabras, y silencios. Hay esfuerzos, ¡y hay victorias! También, hay caídas, qué se le va a hacer, a fin de cuentas en eso consiste la imperfección. 



Tampoco está George Clooney, y ni falta que hace, porque una cara bonita es eso, una cara. Y aunque a nadie le amarga un dulce, somos mucho más cómo para no detenernos a mirar la verdadera cara de las personas: su alma. Y entonces pienso, que de algún modo el engranaje se puso en marcha y no me dí cuenta, que ese "todo" ha comenzado, y está la casa sin barrer. Y tal vez me obsesioné en esa nube, que en verdad ni cambió de color ni de tamaño. Que estaba ahí, cierto. Que sigue ahí, parece que la hubieran cosido bien fuerte al cielo. Pero que, por pensar que me estaba limitando, me estaba perdiendo este "todo" que la vida me ha dado y por el que pienso trabajar para ser, sin sonrisitas absurdas, mi mejor versión. 



No te des contra el muro, no hagas gigantes de molinos de viento. Sencillamente la mayoría de las veces, no es para tanto.