domingo, 27 de agosto de 2017

A pesar de todo. A pesar de nada.

Quería escribirte, casi tantas veces cómo quería borrarte. Quería, poder coger el lápiz con el que escribes tu vida para acercarte unos pasos más a mí, y dar, quizá, más coherencia a este sinsentido para que llegara a algún puerto, el que fuera, todo con tal de no seguir a la deriva esperando una posible tempestad.

Quería escribir sobre los días bola, o tal vez sobre nunc coepi. Quería decirte que hoy volvió a salir de mí ese grito interior con menos fuerza que antes, pero que estoy dispuesta a esforzarme en que vuelva a coger la potencia que merece ese mensaje, y comenzar, tanto como haga falta.



Lo cierto es que lo hice. Escribí y borré durante cerca de hora y media un post hablando de tí, de mí, de aquél libro, de aquél latinismo que tantos de nosotros hicimos nuestro cuando llegó a nuestras manos allá por los quince años. Aquél libro... Era uno de esos libros que al terminar, no sólo te gustaría haber escrito, sino, sobretodo, haber vivido en primera persona. Y nos aferramos a esa frase que pone punto y final a la historia de Ignacio, ese nunc coepi que nos anima a comenzar y recomenzar cada día. A pesar de todo. A pesar de nada.

Confieso que llevaba unos días en el banquillo, viendo como algunas cosas que creía tener bajo mi control escapaban de pronto de mis manos torciéndose hasta niveles insospechados. Confieso que, también pensaba tener este "sinsentido" bajo mi paciente control. Confieso que la espera, la paciencia, llegó a su límite amenazando con derribar tanto como habíamos construido.

La vida sale al encuentro no es mi libro favorito, pero mentiría si dijera que no marcó una etapa, y que vuelvo a él a veces y no tardo ni dos segundos en encontrar el capítulo que necesito cuando lo necesito. Fue pasando de hermano a hermano hasta llegar a mí, ser devorado unas quinientas veces, prestado otras tantas bajo la siempre amenaza de "cuídalo como tu vida", y ocupar un sitio de honor en la estantería. Es uno de esos libros de ayer, que debería estar en todas las librerías de hoy.

Y, anoche, volví a él. Porque volver a él es volver a los 15, a los 16,  17, 18, 20... Volver a él, es volver a tu yo más sensible, ese barro que con paciencia y constancia te esforzaste en dar forma y que aún hoy sigues, una tarea que dura toda la vida. Volver a él es ver que, efectivamente, todo pasa por algo, pero lo que no también. Ese nunc coepi que tantas veces fue un grito de guerra ante una dificultad interior, mayor o menor, del tipo que fuera, es lo que te ha llevado a dónde hoy estás. 


Porque, a pesar de todo, a pesar de nada, las batallas no se pierden siempre y cuando quede un soldado dispuesto a lucharlas. 


"Hoy es un gran día para tí. Tienes a proa un rumbo arduo y difícil. Tienes buena brújula para seguirlo. No te falta brazo para dominar la rueda. El puerto que pretendes, depende de tu esfuerzo para mantenerte en ruta... Ya lo entiendes. Es un viaje de años, para desembarcar con un carácter, una carrera, una integridad... ¿Comprendes todo esto tú, Ignacio?" (La vida sale al encuentro - Jose Luis Martin Vigil)