miércoles, 28 de septiembre de 2016

Lontano

Fuera hace una temperatura estupenda, nadie diría que hace un par de días me preguntaba si debería ya sacar el abrigo. Y salgo al balcón a escribir, a escuchar música, a dejarme envolver por esta atmósfera de serenidad que trae una noche llegada antes de tiempo. Es extraña esta paz, esta oscuridad que apremia a la noche, estos días que amanecen temprano y se apagan antes de que te des cuenta siquiera de que ya los has vivido, y no volverán.



No escucho un rasgueo de guitarra, tampoco a algún vecinito practicando con la flauta ni nada por el estilo, sino que por primera vez desde que llegué escucho un piano, que a veces torpe se detiene en su melodía y vuelve a comenzar, y una voz que acompaña, que se calla, que comienza de nuevo. Y yo aquí, espectadora de un concierto al que no fui invitada, tan sólo gozando de vivir en Italia, de una noche en la terraza, un piano en la distancia, y mil pensamientos que acuden a mi mente. 

Vienen de lejos, de cerca, emociones encontradas, una veintena de recién creados recuerdos que no quiero borrar, ilusiones renacidas, observando como algunas de ellas se asoman prudentes viendo por primera vez la luz. Un paisaje inesperado, unos pies que me han guiado donde nunca llegué a imaginar, un idioma que desconozco e invento, unas palabras que están por llegar y llevarme lejos, lejos. Lontano...

Quiero contarte una historia, y que te rías hasta llorar, que vivas esto que he sentido y hoy siento a través de mi mirada. Quiero decirte que no es fácil, pero tampoco difícil. Que es diferente, y asombroso al mismo tiempo mirar por primera vez desde una ventana de avión aquélla ciudad con la que tantos meses has soñado y que hoy has hecho tuya, y comprender que todo es pequeño, que somos pequeños, que tú a pesar de todo, eres una pequeña motita que apenas se avista desde esta perspectiva, y que me he ido lejos para terminar por descubrir que no eres fácil, tampoco difícil, tan sólo diferente.