sábado, 21 de diciembre de 2013

En deuda perpetua





Una vez conocí a una chica extraordinaria, sin igual. De esas que la vida te pone en tu camino por una temporada, el suficiente para considerarla por y para siempre una amiga incondicional.

Una vez, esa chica me contó su historia.

Caminaba por la vida descalza, sin pedir permiso, y sin molestar. Siempre ocupaba la última los asientos del autobús, y cuando había un abuelo de pie se levantaba al instante a cederle el sitio. Y sonreía. Cada mañana, sonreía al conductor y le daba los buenos días. No importaba si llovía, nevaba, tenía una carrera en las medias o ya llegaba tarde a un examen. Siempre te sonreía y te deseaba un buen día.

-          Es lo menos que puedo hacer.-me dijo un día.- Al fin y al cabo, estoy en deuda con la vida.

La escuché con sonrisa de tonta. Estaba acostumbrada a sus frases misteriosas. Su filosofía de vida era parte de su “charming”, como decíamos sus amigas para tomarle el pelo. Pero nunca dudé en acudir a ella cuando necesitaba un consejo auténtico. De alguna manera, parecía ver lo que los demás no podíamos. 

Entonces, también lo estaré yo, ¿no?
-          Es posible.
-         ¿Es posible?

La vida es azar, es destino, providencia. Es voluntad y es esfuerzo. La vida es preciosa. Y la vida es ciega. Es una trampa, y es todo un reto. La vida, bien vivida, es territorio exclusivo de los valientes.

-          ¿Sabes? Yo, no iba a nacer.- me dijo entonces.
-          ¿Cómo que no ibas a nacer?

Yo no entendía nada. ¿Acaso esa chica era diferente a los demás? ¿Antes de nacer a ella se le dio la opción de elegir vivir fuera en lugar de “dentro”? ¿Vio la familia que tenía y decidió dar marcha atrás?

Pues no.Y ahí radicaba la cuestión.

De ella no dependía  esa decisión. La más importante en la existencia de una persona, la oportunidad de afrontar el reto de aprender a caminar, leer, y hacer un mundo mejor (o peor, siempre hay opciones) no depende de uno mismo.

Irónico, ¿no? Resulta que no somos el “superhombre” del que hablaba Nietzsche, resulta que nuestra propia existencia no está en nuestras manos. ¿Qué nos hace pensar que en cambio podemos decidir sobre la de otros?

Recuerdo que cuando la conocí tenía un “cabreo monumental” por un pequeño accidente entre una taza de chocolate, un tipo con cordones desatados y una camiseta manchada como recuerdo del encuentro.

-          Un imbécil acaba de tirármelo encima.
-          Bueno chica, habrá sido sin querer.
-          Si, si ha sido sin querer. Pero mírame, ese imbécil me ha dejado hecha un cuadro.

Ese imbécil le regaló un ramo de rosas de chocolate el día que hicieron 2 años de novios. Ignoro en que desembocó todo el asunto años más tarde…


Como decía, la vida es azar, es destino, es voluntad y es esfuerzo. Y aunque parecen contradecirse estas opciones no lo hacen. O tal vez sí. O será, que para poder ejercer tu voluntad, tienen que darte la oportunidad, y eso ya sí que es algo que escapa a nuestras manos. Tal vez, tal vez sea eso.

-          Al final todo fue cuestión de un pataleo.-me dijo.
-          ¿Ah sí?
-          Sí. O eso es lo que a mí me han dicho. Parece ser que la noche en que mis padres tomaron la decisión sobre mi futuro yo no estuve muy de acuerdo, sabes que siempre he sido una rebelde.
-          Lo sé.
-      Pues al parecer, yo no lo recuerdo- se apresuró a aclararme- di una patada tan fuerte que de repente se dieron cuenta de que estaba ahí. ¿Sabes? ¡Cómo si nunca lo hubieran sabido!
-          Bueno, ya sabes lo que siempre digo.
-          ¿El qué?
-          Que lo más obvio, es lo más difícil de ver.
-          Ya, supongo. Y esa es mi historia, soy una deudora perpetua, ¿qué te parece?

¿Que qué me parecía? Me parecía que yo también estaba en deuda perpetua, y era la primera vez lo que veía así. Mi vida al fin y al cabo no estaba tan mal como para pedir una devolución. Además, una vez que te dan la oportunidad, el balón ya está en tu campo, y ya por fin depende de ti lo que quieras hacer. 

Y todo ese rollo tópico de vivir cada día como si fuera el último, que si la vida son dos días, que la vida es un regalo… 


De repente tenía todo el sentido. Mi vida había sido un regalo.

jueves, 12 de diciembre de 2013

-MADIBA-

No importa cuán difícil se ponga lo que tengas que hacer, si sabes que es lo correcto. 
Supongo que eso pensaría Nelson Mandela cuando las cosas se le pusieron difíciles. Cuando ya llevaba una buena temporadita en prisión sin saber si algún día saldría o no de entre aquellas paredes.


Nelson Mandela. 

El mundo ha querido rendirle su particular homenaje estos días. Un agradecimiento significativo por todo lo que ha aportado a la humanidad.

No hay palabras, supongo, para describir una persona así. Miles de artículos circulan por la red estos días, los hay buenos y los hay muy buenos. Pero las palabras se quedan cortas.


Dicen que no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. Lo cierto es que para mí Mandela siempre había sido un símbolo de Sudáfrica, un “personaje importante”, un luchador, un rebelde. Nunca sentí la necesidad de profundizar un poco más en su trayectoria. No supe hasta ahora de sus años de prisión, de sus luchas, de su capacidad de perdón, de todo lo que le debe la humanidad, que es mucho. No lo supe hasta su muerte. 

Después de haber leído los muchos artículos que se han escrito sobre él, haber “googleado” su nombre y averiguar que no sólo fue un político sino un abogado (¡ejemplar abogado, diría yo!). Después de haberme enterado de sus varios matrimonios, de sus sufrimientos, de sus ideales.. Después de todo eso, he terminado por comprender que, efectivamente, no hay mejor palabra para definirle que la que su mismo pueblo le puso: Madiba.




Madiba luchó por la libertad, pero entendiendo ésta en un doble sentido. Una libertad tanto externa como interna. Y entendió que su libertad interna la decidía él mismo. Madiba no podía defender la libertad siendo esclavo de su propio odio o rencor, y perdonó.

De todas las frases que dejó Madiba  (y que he leído hasta ahora), os dejo con esta:


“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario

viernes, 6 de diciembre de 2013

Queridos Reyes Magos



Se apartó el flequillo de los ojos y agarró el lápiz con decisión. ¡¡Este año ya iba a poder escribir la carta!! Miró con cierto aire de superioridad a su hermano pequeño, a él aún tenían que escribirle la carta, era demasiado “pequeñajo” como para saber escribir.

Se arremangó la blusa, sacó la lengua fuera para concentrarse mejor y armándose de valor comenzó a escribir con la mejor de sus letras.



“Queridos Reyes Magos: este año he sido MUY buena.” (Y que me quiten lo bailao)

“En primer lugar quiero pedir…”

Y aquí nos encontramos con dos modalidades:

A)     El niño que empieza pidiendo por la paz en el mundo, el fin de las guerras, que se acabe el hambre, que los pobres ya no sean pobres, que no haya niños sin familia… Y después, la lista de regalos.

B)      En segundo lugar nos encontramos con el niño que llena unas cuantas hojas con regalos y al final del todo, para salvar un poco el “postureo” final de portarse bien (porque los Reyes lo ven todo), añade algo así como…
PD: Ah! Por cierto! Y por la paz en el mundo!! Y lo subrayan en rojo varias veces para que destaque más ese arranque de generosidad.


Estos días Pedrito escribe la carta, y Pablo, y María, y Martina y Jaime. Y Juan, y George, y Elisabeth, y Ada, y ……

Miles de niños llenan hojas  y hojas de sueños, esperanzas, ilusiones.



Me sorprende cuando a veces el listo de turno dice que estaríamos mejor sin la Navidad. Que si hay consumismo excesivo, que si el capitalismo blablablá, ¡qué venga la revolución!... En fin, que hay gente pá tó, afortunadamente.

Pero no, diciembre no el mes del consumismo extremo. No es el mes de los regalos, ni de las facturas de la luz. No es el mes de los empachos de turrón, de las borracheras del siglo, de la fiesta del año.

Diciembre es especial, no sólo para quien encuentra en este mes un sentido cristiano.


Diciembre es, sin lugar a duda, el mes del soñador.

“Queridos Reyes Magos”. Tres palabras que inician la primera carta de nuestras vidas. Los destinatarios de nuestras ilusiones y esperanzas. De creer en lo imposible, porque si de algo nunca hemos dudado es de la magia de los Reyes para hacer todo posible.



Hay una palabra que me encanta. La dices en español y tampoco es que suene especial, pero en inglés parece adquirir fuerza propia: 

-BELIEVE-


BELIEVE era lo que necesitaban en Nunca Jamás para volar.

BELIEVE es lo que necesitas al final para todo en la vida.

Diciembre: reencuentros familiares, la casa a rebosar de parientes, de alegría, de villancicos y de turrón. Visitas a belenes, campañas de Navidad para que todos disfrutemos de estas fiestas. Madrid iluminado (¡de Madrid al Cielo!)


Sí. Pero sobre todo un mes de soñar, de coger carrerilla y volar. BELIEVE.