jueves, 13 de abril de 2017

Per aspera, ad astra

Tengo que volver a leer un libro, sentarme al sol, y dejar pasar las horas. Es una necesidad básica que mi mente me pide a gritos desde hace semanas y que acallo respondiendo que lo haré en cuanto pueda. Tengo que volver a escribir en un cuaderno, observar la madrugada y dejar hablar al silencio, escuchar tan sólo el rasgueo del bolígrafo sobre el papel y pintarrajearme sin querer el pijama para dejar huellas de lo que es una noche en la búsqueda del todo y la nada.



He vuelto a escribir, aunque tal vez lo correcto no sea decir que haya vuelto porque nunca lo dejé, si bien, dejé de publicar. Escribía en el móvil, cuando el autobús se detenía en un atasco y me permitía observar mejor una caótica mañana más en la capital. Reparé en aquellos días que pareciera que no iban a amanecer nunca, cuando un manto de nubes grises arropaba la ciudad en un amago de dormir un poquito más. Observé con detalle los árboles, dándome cuenta por primera vez de sus formas y colores tan distintos. "Necesitas dormir más" me dijo el otro día una amiga cuando a las 8 de la mañana le empecé a mandar fotos de árboles. Y tal vez tenga razón, pero es que siendo una pieza clave de ese Paseo que tanto me gusta, nunca me había detenido en ellos. Y descubrí la alegría de contagiar alegría, valga la redundancia, cuando empecé a toparme día sí y día también con el mismo conductor de autobús que nada más entrar me miraba a los ojos y me sonreía mientras alegremente me daba los buenos días. Y entonces sí, entonces sí que podía empezar no sólo el día, sino un buen día. 

Salí a pasear, aunque menos de lo que quería,  con la esperanza de inspirarme y redirigir un poco todo este sinsentido de compromisos que se me vienen por esa incapacidad de priorizar cuando todo parece prioritario. No volaba, en el sentido metafórico de la palabra, entendedme, pero tampoco hallaba la ilusión ni la perspectiva de alzar en algún momento el vuelo. Era otro día bola, de esos que al terminar te hacen plantearte si lo que estás haciendo te está llevando a donde quieres ir, de quién eres hoy, si eres mejor que ayer, y quién serás mañana. Otro día bola, otro día raro, para despertar al día siguiente con el único objetivo de que fuera "un día fácil". 


El bolígrafo se me escurría entre las manos, para terminar por escribir siempre lo mismo, siempre sobre lo mismo, sin ninguna connotación diferente, una aburrida hilera de palabras que mi mano se empeñaba en anotar sin, por ello, vaciar un poco la mente y hacer hueco a lo nuevo. 

Mis dedos siguieron tecleando frenéticos cada mañana: gestos bonitos que observaba en el metro, reflexiones fruto del sueño sobre lo bonitos que son los árboles en la Castellana cuando amanece (en serio, lo son), y un sinfín más de situaciones que mis ojos, siempre prestos a captar cuanto parezca interesante, sentían la necesidad de atrapar para, tal vez, escribir algún día más sobre todo ello. Pero no lo hice. 

No lo recordé sino hace un par de días, cuando volviendo a casa ya de madrugada, levanté la mirada para terminar por descubrir que hacía días que había olvidado atisbar el cielo por las noches en busca de la luna, y que el problema era que no recordaba qué lugar ocupaban las estrellas. 

De pronto una de esas frases que acumulo en el móvil cobraba todo el sentido. 

Per aspera, ad astra. 

Soy un poco friki de los latinismos estos, qué le voy a hacer, siempre he admirado la capacidad de expresar mucho con la brevedad, y esto es una muestra de ello.

No sé hasta qué punto todo estaba siendo áspero, tampoco había que exagerar, eran días bola, y punto, porque en esta vida los hay mejores y los hay peores, el problema era que a todas esas asperezas no les había dado ningún sentido. En este inesperado cruce de caminos de repente andaba por uno sin saber muy bien porqué, sin saber si era lo que quería, arrastrando los pies en lugar de caminando con ganas e ilusión, dejando las cosas pasar en lugar de hacer que las cosas pasaran.


Y, desde el lunes, Ramón no está. Ramón es el conductor del que os hablaba al principio, debe haberse cogido los días libres y otro conductor cubre su puesto. Y estos días, faltaba Ramón... Faltaba esa sonrisa por las mañanas, ese "buenos días" lleno de energía que no aturde sino que, de verdad, sientes una descarga de alegría que te despierta la primera sonrisa auténtica del día. Y lo estaba notando. Y entonces, querido Ramón, empecé a pensar en tí, y en tus días bola que, sin duda, tendrás de vez en cuando, como todos, y yo no me había dado cuenta de ello porque siempre estabas ahí dispuesto a alegrar el día a los demás. Y escribiendo esta frase me doy cuenta de lo típica que es, y de lo única y excepcional que se vuelve cuando se hace realidad, cuando, verdaderamente cada día, hay personas que hacen que un día sea mejor.

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Día bola: Dícese de los días que se atragantan cual trozo de carne y cada segundo que pasa se hacen más y más bola sin lograr tragarlos.

Per aspera, ad astra: Existen varias traducciones, viene a ser algo como: a través de los senderos ásperos, a las estrellas. En definitiva, nada que valga la pena va a ser fácil; pero hay que saber qué es lo que vale la pena ;)