jueves, 29 de junio de 2017

Gusanos rojos

Perdón, gusanitos, no os asustéis. Y sándwiches de nocilla, donuts cortados en cuatro, y botellas de fanta de naranja por todos lados. Sillas vacías alrededor de una mesa, y un incesante corretear de la mesa al salón, de la mesa al cuarto de estar, de la mesa a la habitación, de la mesa al patio, mientras migas de gusanitos rojos van dejando sus huellas. Pasos que se alejan, que vuelven, que regresan, y un día sin aviso... Desaparecen.


No recuerdo cuándo fue la última vez, el último cumpleaños que celebré bajo invitación previa, de esas que tanto me gustaba personalizar. No recuerdo la última piñata que hice estallar, la última vez que jugué al pañuelo, a las carreras de sacos, que estudié con ansia cada sándwich de la bandeja para llevarme el que tuviera más nocilla y que junté coca-cola y fanta como si fuera un elixir de dioses. No recuerdo la última vez que me regañaron por irme al patio sin haber terminado los deberes, ni cuándo dejé de hacerlos en la ruta para poder aprovechar después cada minuto libre de la tarde.

Gusanitos rojos, rebosando de los múltiples boles, desperdigados por un mantel a cuadros rojos, marcando dedos, labios, lengua, para dejar constancia de nuestra debilidad. Y piruletas, y bolsas de sugus para repartir con la clase. Y apartar montoncitos de los azules, que molan más. Y trueque de pegatinas, porque todo el mundo sabe que una de "tacto terciopelo" vale por lo menos 3 normales, y una riña insulsa porque te la habían reservado a tí y ya se le ha cambiado a la otra que le daba una pegatina de más. Indignación máxima. Indignación que olvidas a los 5 minutos, y amigas de nuevo

Cumpleaños. Gusanitos rojos, sándwiches de nocilla, y fanta de naranja. Creo que tengo la necesidad de celebrar otra vez mi décimo cumpleaños.

- ¡Eso era vida!- te digo
- Eso era vida.- repites en un suspiro

Y la vida, ésa que te saluda cada mañana, sigue su curso... Ya no sabe a gusanitos, ya no te marca los dedos de naranja, ni te pinta los labios de rojo-piruleta. Ya no... Y mientras pienso en esto, la miro a ella, la vuelvo a mirar, y la admiro. 



- ¿Vas a escribir un post sobre ella?

Guardo silencio unos segundos. Ella sigue dando vueltas, abstraída del mundo, de las miradas, sin sentido del ridículo, ése que a mí tanto me sobra.

- Sí, voy a escribir sobre ella.- y aunque sigo con mis dudas al llegar a casa no puedo evitar escribir cuatro líneas que describan muy brevemente su persona. También sobre aquélla de la penúltima fila que coreaba todas las canciones, y sobre su (santa) amiga que no se sabía ni una pero está ahí, mirándola, a ratos divertida, a ratos ojiplática, y a ratos llena de aburrimiento. Pero está ahí, muchas veces lo que más nos dice de una persona es que, sin importar las circunstancias, está ahí. Dediqué un par de líneas al juego de luces en el escenario, y a los bailes desacompasados del público, esos desafines llenos de pasión, y unas gradas que se vienen abajo con cada aplauso. Todo para situarle en un espacio y un tiempo concreto, a ella, que sigue bailando en mi cabeza. Mediana edad, no para de bailar. Insisto, no para. No para tampoco de cantar, de dar vueltas, mover los brazos, y ser toda una abanderada de la felicidad...

- Hay una edad para todo.
- Pero, ¿hay una edad para todo? ¿es eso cierto?.

Probablemente. No seré yo quien diga lo contrario. Hay una edad para todo, y son ritmos que se deben respetar. También hay un momento para todo, no por tener la misma edad se tiene la misma madurez. Dos chavales de 20 años no son iguales, eso lo sabemos todos. 


Hay una edad para todo. Y siempre tenemos edad para bailar, digo yo. Siempre tenemos edad para cantar a grito pelado, dejarnos llevar por la emoción, y dar vueltas como si el mundo desapareciera. Y embarcarte en una canción que habla de tí, porque todas las canciones hablan de tí, y de mí, ¿aún no te has dado cuenta?

¿Hay una edad para todo? Probablemente, pero siempre tendremos edad para comer gusanitos rojos, sándwiches de nocilla, jugar a las estatuas y bailar sintiéndonos estrellas del rock, del pop, del indie, heavy metal. La edad, la madurez, tal vez te abre la veda, pero después... Después tienes edad para hacer casi casi lo que quieras. Dedos naranjas, boca roja, manchas de nocilla por la cara, y que el resto te de igual...