Debió ser una siesta larga, pues cuando desperté todo estaba
oscuro. Al salir de la habitación me topé con toda la familia al completo: vestidos de punta en blanco, con una copa de vino en la mano y charlando alegremente. Los
más pequeños corrían por toda la casa.
Sobre las mesas había comida deliciosa y con una presentación cuidada al detalle. Esos platos chic que solo ves en las revistas y en los restaurantes más pijos, esos platos que cuestan un ojo de la cara, y si te apuras los dos. Esos.
Sobre las mesas había comida deliciosa y con una presentación cuidada al detalle. Esos platos chic que solo ves en las revistas y en los restaurantes más pijos, esos platos que cuestan un ojo de la cara, y si te apuras los dos. Esos.
Miraba a mi alrededor sin decir palabra hasta que una de mis
hermanas me llamó para presentarme a “Fulanito”, un hombre perfectamente
“encorbatado”, elegante hasta decir basta, que había venido a celebrar con
nosotros Dios sabe qué.
Me dirigí a la cocina para beber una taza de café y
despejarme un poco. Y entonces, mientras me llevaba la taza a
los labios, miré a través de la ventana para contemplar el mar. Y ahí, ahí
donde yo pensaba que estaba la noche, el cielo oscuro e inmenso en su soledad.
Ahí. Ahí donde con la punta de un dedo dejamos escapar el sueño
más profundo. Ahí, en la más profunda penumbra en un día de verano, empecé a vislumbrar
una luz blanca moverse a lo largo del cielo. Y después otra. Y otra.
Recordaban vagamente a las estrellas fugaces, pero no lo eran. Y no fue sino al cabo de unos segundos cuando me dí cuenta de que esos destellos que recorrían el cielo eran espuma del mar.
A mi lado se apostaron un par de hombres acompañados del señor "encorbatado", vestían un bañador y un chaleco salvavidas.
Recordaban vagamente a las estrellas fugaces, pero no lo eran. Y no fue sino al cabo de unos segundos cuando me dí cuenta de que esos destellos que recorrían el cielo eran espuma del mar.
A mi lado se apostaron un par de hombres acompañados del señor "encorbatado", vestían un bañador y un chaleco salvavidas.
- ¿Qué? ¿Te animas tú también?-me dijeron.
Sorprendida volví a mirar aquellas luces. Y empezaron a cobrar nitidez. Descubrí que
eran lanchas motoras sorteando el mar, cabalgando el horizonte, dibujando lo que yo pensé que era el cielo, brillando por el influjo de una luna que yo no alcanzaba a ver.
Me acobardé. ¡No distinguía el cielo del mar! Temor. Respeto. Paz. Estaba contemplando algo bello, y algo que en cierto modo me aterraba. Todo era el todo. El todo y la nada...
Desperté con una sensación extraña. Salí de mi habitación, igual que en el sueño. Pero esta vez la casa no estaba invadida de olores y manjares. Ya no había un mar que contemplar, ni extraños a los que atender. Tan sólo dos de mis hermanos rondaban por ahí. Esta vez no se rieron de mis sueños extraños y sinsentido de los que tanto me acusan. A veces en mis sueños se conectan las ideas más dispares y extrañas que pueda llegar a imaginar, y acabo contando auténticas historias con las que se desternillan de risa. Pero esta vez no fue así. Y entonces, mi hermano "el filólogo" respondió:
Me acobardé. ¡No distinguía el cielo del mar! Temor. Respeto. Paz. Estaba contemplando algo bello, y algo que en cierto modo me aterraba. Todo era el todo. El todo y la nada...
Desperté con una sensación extraña. Salí de mi habitación, igual que en el sueño. Pero esta vez la casa no estaba invadida de olores y manjares. Ya no había un mar que contemplar, ni extraños a los que atender. Tan sólo dos de mis hermanos rondaban por ahí. Esta vez no se rieron de mis sueños extraños y sinsentido de los que tanto me acusan. A veces en mis sueños se conectan las ideas más dispares y extrañas que pueda llegar a imaginar, y acabo contando auténticas historias con las que se desternillan de risa. Pero esta vez no fue así. Y entonces, mi hermano "el filólogo" respondió:
-
Es bastante curioso. Has soñado un
romance.
Nada más decirme eso yo hice ademán de levantarme e irme. Las ventajas/desventajas de
tener un hermano filólogo es que, cuando le da por ser pesado, no sólo te corrige cada expresión, cada punto y cada coma (que en este texto debe haber unos diez mil fallos de ese tipo...). Sino que en el momento más inesperado te suelta
algo de ese estilo.
-
Has-soñado-un-romance.
Y sí, no tardó ni dos segundos en dar con el romance del
conde Arnaldos al que según él tanto se parece mi sueño. Y, como me gustó, aquí
os lo dejo.
Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de san Juan
yendo a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar
las velas trae de seda
jarcias de oro torzal
áncoras tiene de plata
tablas de fino coral
marinero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma
los vientos hace amainar
las aves que van volando
al mástil vienen posar
los peces que andan al fondo
arriba los hace andar.
Allí habló el infante Arnaldos
bien oiréis lo que dirá
"Por tu vida el marinero
dígasme ahora ese cantar"
Respondiole el marinero
tal respuesta le fue a dar
"Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va"
Sinceramente, tuve que leerlo unas cuantas veces hasta entenderlo del todo y ver un poco la relación que tenía uno con otro. Porque así de primeras, no sé vosotros, pero yo no veía nada de nada. La ventaja/desventaja de tener un hermano filólogo,
es que luego te suelta algo así como que el mar simboliza la muerte o un futuro cambio. Y no puedo evitar recordar Harry Potter y el prisionero de Azkaban, el momento en que la profesora Trelawney dice: