lunes, 17 de junio de 2013

"Pongamos que hablo de Madrid" (Joaquín Sabina)

La gran mayoría lo conoceréis. No pasa desapercibido. Suele sentarse siempre en el mismo sitio con su violín, y toca durante horas las melodías más bellas. Yo no entiendo mucho de música, y aunque nunca me lo he propuesto creo que si lo intentara sería incapaz de notar algún fallo en los acordes. No es sólo música, del mismo modo que él no es sólo un violinista.

En mi opinión él es El Violinista.

Sin duda merece ese título, porque arrancar sonrisas a tanta gente incluso un lunes por la noche, tiene mérito.

Hace unos días volvía de un examen totalmente abstraída en mis pensamientos: los ejercicios pasaban por mi mente tratando de rascar décimas de punto de cada uno que me dieran  al menos la tranquilidad de un aprobado seguro. Por más que lo repasaba mentalmente una y otra vez no lo conseguía.

Me paré en una de las cintas mecánicas del pasillo. No tenía prisa por llegar. La gente pasaba por mi lado con el típico andar madrileño, es decir, deprisa. Porque en Madrid si se anda, se anda deprisa,  y aún así inexplicablemente llegamos tarde. 

Entonces lo escuché, y acto reflejo sonreí. 

Quedé extrañada, normalmente cuando lo veía era ya de noche. No recuerdo qué canción era. Pero era alegre, motivadora. Era extraordinaria. Al pasar por su lado me quedé tentada de pararme a escucharle como tantas otras veces he hecho. Me detuve por unos segundos y finalmente seguí mi camino. Sin duda alguna debía conocer las caras de todos los que a diario pasamos por ahí, y hasta me pareció notar que se extrañaba también de verme a esas horas. Me saludó sonriente con la mirada sin perder ni un ápice de la concentración que le rodea siempre. 

¿Cómo una persona puede conseguir que algo tan difícil pueda parecer tan fácil? ¿Cómo una simple melodía puede hacer olvidarlo todo? ¿Cómo es que cada día pasamos de largo ante auténticos artistas? ¿Cuándo nos olvidamos de vivir?


A ti, violinista, que compensas los días malos con tu música, que rematas los días buenos. ¡Gracias!