domingo, 26 de enero de 2014

El "making of" de la vida.






Llamémoslo sabiduría popular, por decirlo de alguna forma.  Lo hemos leído todos en alguna parte y dice algo así como que somos los protagonistas de nuestra propia película, de nuestra propia vida. ¿Os suena verdad? Es típica frase motivante del tipo, “¡Tu vida está en tus manos! ¡Tú llevas las riendas, haz realidad tus sueños, tú eres el protagonista de tu película!” y todas esas cosas… Sabéis lo que os digo, ¿no?

Y, aunque me parece una comparación acertada. No es de eso de lo que quería escribir, ni de películas. 

Quería escribir del making of.


El making of, eso que siempre estaba en el CD 2 cuando nos comprábamos un DVD. Pero claro, ahora ya casi no compramos DVDs. Así que, no sé cuanta gente seguirá viendo lo que ocurre detrás de las cámaras: la complicidad y el compañerismo, todos los problemas que atravesaron hasta terminar la película, las repeticiones una y otra vez hasta que salía bien la escena. En fin, todo eso que va más allá de lo que la propia película muestra. 

Todo eso que, en definitiva, da un giro total a como ves la película. Porque una vez visto te fijas en todo, y le dices al amigo que tienes al lado que si sabe que ET en realidad era… 
En fin, que cuando vemos la película parece que es muy sencillo ver a un alienígena caminando. Y si nos preguntan decimos que todo es ordenador. 
Y entonces, entonces ves el making of y valoras mucho más a ese bicho verde dando cuatro pasos que son casi casi un acontecimiento.


Podría inventarme una estadística y decir algo así como que el 80% de la población sólo ve la película pero la verdad es que no tengo ni la más remota idea. Y tampoco me quita el sueño la verdad...

Pero, ¿y el making of de nuestra película/vida? ¿Quién tiene interés en rascar un poco la superficie de las personas? 

Inconscientemente nos forjamos ideas equivocadas de las personas, tal vez porque nos hablaron antes de ellas y lo que nos dijeron no era muy bonito precisamente. Tal vez por ese gesto serio en su cara. O al revés, por ese estar siempre de chiste. Tal vez porque la pillamos en un mal día en que dijo todo-eso-que-no-quería-decir y ya desde entonces escribimos a fuego el nombre de esa persona en nuestra lista negra.

Los making of, como decía, siempre hacen ver la película con otros ojos. Empiezas a ver por fin todo el trabajo que hay detrás, tanto esfuerzo, ilusión, caídas en picado, circunstancias que acompañan, compañerismo...


Como la vida misma, afortunadamente. 

Como la vida misma.

Y no dejo de sorprenderme con las personas, y suele ser para bien. Y cada vez que me llevo una de esas sorpresas es cuando me doy cuenta de que, sin querer, ya la había puesto en el banquillo de los acusados. 

Así, sin darme cuenta. Por no haber querido ver el making of, me estaba perdiendo la película completa.

Desde pequeños nos dicen que no hay que juzgar.  Pero no es solo que no debas juzgar porque no esté bien. Es que no se debe juzgar ni más ni menos porque no somos “esa” persona. No estamos en sus zapatos. Y esos zapatos, por mucho que parezcan de ante y cómodos pueden estar en realidad llenos de espinas, clavos y piedras. Y si te apuras hay hasta brasas.



Pero eso nunca lo sabremos a menos que veamos el making of, nos aventuremos a ponernos un ratito esos zapatos o servir de bastón para ayudar en el camino. Y, a pesar de todo, nuestros pies siempre serán ajenos a ese zapato. Y nunca llegaremos a saber del todo lo que es calzarlo, día a día, para hacer esa película. 


Nuestra película. Nuestra vida.